Madrid la recibió con un cielo hermoso, despejado y con un aire muy dulce que anunciaba un buen futuro.
Hizo los trámites de ingreso a la Facultad de Filosofía y Letras en Japón, por eso lo único que tenía que hacer era ir a la Ciudad Universitaria y disfrutar de lo que tanto había soñado.
Los primeros días fueron maravillosos, una experiencia inolvidable a pesar que le cambiaron la nacionalidad.
Un frío día de otoño, por la tarde, después de hacer unos trámites en la Oficina de Correos en Cibeles, se dirigió a la entrada del metro. Bajó las escaleras y caminando por el pasillo le pareció un poco extraño el ambiente. A los pocos minutos, un chico español con pecas y ese rostro típico de la adolescencia, se le acercó diciendo que le diera el bolso. El chico sacó de su bolsillo una navaja y se lo puso a unos centímetros del cuello.
En la mente de la joven pasaron de repente caras y caras…de muchas personas, sus padres, su novio, amigos, su país… Dentro del bolso llevaba el pasaporte y otros documentos importantes que no podía dejar en manos de ese chico. Todas esas caras le dieron el coraje de darle una patadita en el lugar «más delicado» de todos los hombres. La navaja cayó y el chico en el suelo, sin poder levantarse…insultando a la «chinita»
La joven subió corriendo las esacaleras y ya en la salida pudo ver por primera vez un cartel que decía «En construcción».
Ella vivía en una Residencia para estudiantes cerca de la Ciudad Universitaria y no se acuerda cómo volvió a su habitación. Una vez en su cuarto, comenzó a llorar como nunca lo hizo hasta entonces, y se dio cuenta por primera vez de lo que pasó y lo que pudo haber pasado. Todo su cuerpo temblaba y no pudo hacer nada para tranquilizarse. Odió a todos los españoles de la península, hasta las mujeres… todos, se olvidó de hablar y se olvidó de reir.
Estuvo dos días sin comer y sin salir de su habitación. No pudo salir de la Residencia ni asistir a las clases por más de un mes. Sus compañeras japonesas preocupadas, la visitaban todos los días.
Después de unos meses, se fue acostumbrando a hablar, a reír y finalmente a salir, pero todavía no podía hacerlo sola, y a veces se despertaba por las noches llorando porque veía en sueños la navaja a unos centímetros de su cuello.
Pasaron así los meses, y la joven japonesa pensó que tenía que cambiar los sentimientos , y dejando de lado todo el odio que tenía, pudo asistir a las clases, sola, después de mucho tiempo.
Después de dos años y medio, la joven volvía a su país sonriendo, y cuando el avión aterrizó en tierras niponas, lloró agradeciendo a Dios y sus antepasados el haber podido volver a su país con vida. Pero el trauma le siguió persiguiendo un poco más, porque no pudo subir a un metro por más de un año.
Pasaron muchos años desde entonces, y ahora la joven ya no es tan joven, pero piensa volver algún día a ese país para encontrarse otra vez con el cielo azul que le dio la bienvenida. Y se le ocurrió construir un puente, para hacer amistad y un intercambio cultural. Espero que estos sueños se cumplan.
La primera mala experiencia que tuvo una joven japonesa con un chaval español, a las tres semanas de haber pisado la península ibérica.
Entrada original de Una japonesa en Japón
Muchísimas gracias por leerme.
Hasta la próxima entrada.
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数年前、ある二十歳の若い日本人の女の子が夢と希望を胸に、スペインへ旅立ちました。”きっと大丈夫だ”、言葉も分かるし、習慣も自分が育った国と似てるし、大丈夫だと思って出かけました。
大学の手続きはすべて日本で済ませてましたので、後は大学都市へ行ってキャンパスライフを楽しむだけだった。新しい環境、新しい友達・・・すべてが発見だったし、すばらしかった・・・
ある寒い秋の日、中央郵便局で手続きをした後、寮に帰るため地下鉄の入り口に向かいました。階段を下りて、歩いてるうちに”ちょっとヘン”と思ったその時、後ろから若いスペイン人の男の子が来て、”バッグ”と言って、ポケットから折りたたみナイフを出して、彼女の首のところへ近づけました。
その時、彼女の頭には走馬灯のようにいろんな顔が現れました・・・両親、ボーイフレンド、友達・・・そして日本。その時、その”顔たち”のお陰なのか分かりませんが、思いっきり男性の”弱い部分”を蹴ってしまいました。ナイフは落ち、そして男の子は床の上で暴言を吐きながら苦しんでました。
彼女は急いで階段を上ると、初めて入り口の所に”工事中”という看板が目に入りました。間違った入り口に入ったらしい・・・その後、どうやって寮までたどり着いたのか未だに分からない。
二日間なんにも食べる事ができなくて、一ヶ月以上も寮の外へ出ることも出来ませんでした。すべてのスペイン人を憎みました、男も女も、国も、すべて・・・同じ日本人の仲間たちが毎日のようにお見舞いに来て励ましてくれました。
そのうち、少しづつ会話も出来、笑顔も取り戻しました。そして友達と一緒に大学の授業にも参加することも出きました。その後、日本に帰りましたが、トラウマが続き、一年以上も地下鉄に乗ることができませんでした。
当時のその若い女の子はもう若くはないけれど、憎しみは収まって、根に持つことを捨てて、今は夢見たいな”虹の架け橋”を作ろうとしています。そして、いつの日か、出迎えてくれたあの素晴らしい青い空にまた出会いたいと日々頑張っています。
ある寒い秋の日・・・憧れのスペインに到着して三週間目の出来事でした。
いつも読んでいただいてありがとうございます。では、また・・・
写真:シベレス広場(マドリッド市内のPlaza de Cibelesの大きなロータリーの中にある大地母神のシベレス像です。近くに中央郵便局があります)
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Nora,
Menos mal que no te pasó nada,bueno al margen de lo mal que lo pasaste en ese momento pero afortunadamente no tienes ningún resentimiento hacia España ni hacia los españoles.
Sabes que? en EEUU(lo digo en serio) las ancianas llevan bombas en el bolso, y si se lo roban la activan por control remoto!, lo vi en la tele….
Cuando me haga rico(o casi) te mando un avión privado para que vengas a España 😉
Un abrazo Nora y gracias por seguir escribiendo.
duy price,
Bueno, voy a renovar el pasaporte por si acaso 🙂
Muchísimas gracias por leer y comentar en esta entrada, de todo corazón.
Un abrazo, y gracias a ti por seguir leyendo el blog.
Pingback: Es mejor que nos casemos – 結婚しよう… (kekkon shiyou) en Una japonesa en Japón ー ある帰国子女のブログ
Hola, Nora.
Soy madrileña de nacimiento, domicilio y por parte de madre, ya que mi padre es del caribe.
Que pena me da tu encontronazo con el «individuo» de la navaja, ¡que horror que ocurran esas cosas!. Espero que actualmente no odies Madrid, ni a sus habitantes.
Saludos, me encanta tu blog.
Brenda,
Bienvenida a Una japonesa en Japón.
Si actualmente odiara Madrid, España y todos los españoles … no estaría construyendo este Puente de culturas 😉
Muchísimas gracias por leer esta entrada.
Un cordial saludo.
Pingback: Ciudad Puerta de Hierro – 鉄の門という町 (tetsu no mon to iuu machi) en Una japonesa en Japón ー ある帰国子女のブログ
Mi padre muchas veces me ha dado consejos para situaciones como esta. Lo más «fácil» es gritar muy fuerte, ya que normalmente las víctimas no hacen nada, simplemente dan sus cosas a cambio de que no las dañen, por lo tanto escuchar un grito lo pondría nervioso y huiría antes de que alguien acudiera a ver el origen del grito (esta es una teoría de mi padre). Otra forma es inmovilizarlo. Alguna vez tomé clases de tae kwon do y sé que me sería sumamente difícil (sino es que imposible) hacer alguno de esos movimientos pero un golpe con el puño cerrado en la garganta o una patada como la de la historia servirían tal vez incluso mejor. Una tercera forma sería dar un golpe rápido y firme con la palma de la mano abierta en su oído (si es en ambos mejor), esto lo hará perder el equilibrio y dar tiempo para huir de ahí.
Esas instrucciones están firmemente grabadas en mi mente, a veces incluso imaginaba que me asaltaban y las ponÌa en practica.
… Pero cuando el momento real ocurrió no pude hacer nada…
Fue sumamente frustrante, me sentí impotente.
Ese día salí temprano de la escuela, iba con mi novio charlando. Doblamos la esquina, unos cuantos metros más y estaríamos en mi casa. Entonces escuché una voz desconocida detrás de nosotros pero no le dí importancia y caminé un par de pasos más, entonces noté que él ya no estaba a mi lado. Instintivamente volteé y vi a un joven pocos años mayor que nosotros con una navaja pegada a su cuello diciéndole que le diera su celular.
Una vez que obtuvo lo que quería nos dijo que siguiéramos caminando sin voltear.
En menos de un minuto ya estábamos en mi casa, automáticamente abrí la puerta y entramos. Mi novio tenía esa expresión seria en su rostro que tanto odio porque indica que está muy enojado. Se quedó parado de forma muy recta y tensa un rato hasta que no pudo más y rompió en un llanto de ira en el piso, no porque le hayan puesto una navaja en el cuello o le quitaran el celular, sino porque le arrancaron una delgada cadena de oro que le había regalado su mamá (que en paz descanse).
No pude hacer nada durante el asalto y no tenía idea de qué hacer después. Lo único que pude hacer fue abrazarlo muy fuerte. En ese momento odié a ese joven, odié a las personas que realizan este tipo de actos y me odié a mi misma por no poder hacer nada. A ninguno de los dos nos afectó tanto como a aquella japonesa de la historia, pero supongo que es porque en este país los padres te enseñan a tener siempre en cuenta que un robo puede suceder en cualquier lugar y en cualquier momento y que eso no debe afectarnos mucho, que lo material va y viene fácilmente; sólo que en este caso ese objeto material tenía un recuerdo muy fuerte e importante con un ser amado que no volverá a ver…
El tiempo pasó, ese momento quedó en el pasado, pero no en el olvido. Mi padre siempre preocupado por mi me compró un spray de seguridad (gas de chile) que afortunadamente no he tenido que usar a pesar de los constantes asaltos a estudiantes que ocurrieron hace algunos meses cerca de la universidad.
Son cosas que pasan y pueden afectarte bastante. No comprendo tu reacción porque no sé como te sentiste y no sé las ideas que cruzaron por tu mente, pero me alegro de que lo superaras.
Son esos momentos amargos los que te vuelven fuerte, siempre y cuando tú así lo desees.
… Y parece que el destino quiere hacerme muy fuerte.
Hace unas semanas habló mi papá por teléfono: habían robado nuestra casa. Todos estábamos (y seguimos estando) lejos de ahÌ, se llevaron muchas cosas, entre ellas:
– Herramientas de mi padre que por una u otra razón no había llevado a la bodega de su trabajo y seguían en nuestra sala.
– Una máquina de coser que en vacaciones había estado aprendiendo a usar y tenía muchas ganas de seguir usando, incluso descargué varios videos tutoriales para hacer blusas y vestidos. Por cierto que este fue un regalo de mi padre hacia mi madre… ella jamás llegó a usarla.
– Un disco duro con muchas canciones, películas, juegos y demás cosas de las cuales aún no habíamos disfrutado, además de muchas fotos del trabajo de mi papá, de vacaciones en familia y de mascotas que ya se han ido.
– Una pantalla plana que mi padre estaba deseando tener desde hace algunos años y apenas había podido costear.
– Ventiladores «descentes» que hace un año compramos para poder refrescarnos mejor (en esa casa y en la región en general hace muchísimo calor).
– Una computadora (mi primer computadora) que al igual que otras cosas que se llevaron eran «nuestras» (entre comillas) porque estaban embargadas por Hacienda.
Mientras mi hermana escuchaba la noticia dijo «Le va a dar el patatús a mi madre» (o sea que le iba a causar una impresión muy fuerte e ingrata). En cuanto oí eso lo primero que llegó a mi mente fueron los rostros de mis perros. Pensé que mi tía, encargada de alimentarlos en nuestra ausencia, se habría descuidado al entrar y se habían salido… en cuanto escuché que robaron la casa pero que los perros estaban bien sentí una indescriptible sensación de alivio.
Lloré un poco (cosa que no hice en mi primer asalto).
Lloré de alegría por mis amados perros que no sufrieron ningún daño por parte de los ladrones.
Lloré de alivio al pensar que ningún familiar estaba en la casa cuando ocurrió el robo.
Lloré de rabia al pensar, más que en las cosas materiales, en lo que mis padres tendrán que hacer para reportarlo, pues como dije mucho de lo que se llevaron estaba embargado (debemos dinero al estado por falta de pagos de impuestos y una [pequeña] fracción de ello se había compensado con esos bienes materiales)
Lloré de tristeza por lo que estaría sintiendo mi madre, que es muy sensible y muestra gran apego a aquellas cosas que le traen recuerdos o le ha costado comprar.
Lloré con una mezcla de muchos sentimientos, pero poco a poco llegó la calma. Dejé de pensar en lo ocurrido concentrándome en lo que estaba viviendo ahora y aunque el pensar en ello hace que esa mezcla de sentimientos se aglutine en mi garganta y se humedezcan mis ojos, sé que todo está bien.
Todo está bien porque todos estamos bien.
Esta vez no sentí odio hacia aquellos que perpetraron en nuestra casa, pensé que ellos al ver «tantas» cosas pensarían que fue fácil conseguirlo y sería fácil reemplazarlo. A pesar de lo que hicieron me sentí en cierto modo agradecida de que esperaran a que la casa estuviera vacía y que no tocaran a mis perros.
Esta clase de cosas le puede ocurrir a cualquiera en cualquier lugar. A un extranjero en un país o ciudad desconocida. A alguien que está a unos pasos o a kilómetros de su casa.
Aquí no es cuestión de países, ciudades o zonas. El crimen está (en mayor o menor medida) en cualquier parte y hay que aprender a superar situaciones como estas.
Ahora estoy viviendo por un corto período de tiempo en la ciudad más poblada del paÌs, por lo que habría de suponerse que es una ciudad «peligrosa». Muchos me han dicho que vaya con cuidado, sin cosas de valor, pero hasta ahora nada me ha ocurrido y nada he presenciado.
Supongo que es cuestión de momentos: «Estar en el lugar y en el momento equivocado».
… Y ya que tienes varios ángeles guardianes en España, me gustarÌa ofrecerme como uno aquí en México si puedes y decides visitarlo, a pesar de que solo sabemos de nosotras lo que hemos escrito en este puente… que en mi caso es muy poco, aún me falta mucho por leer(te) y escribir(me).
Un fuerte abrazo Nora ^-^
Mina,
En primer lugar, lamento que leyendo esta entrada, hayas recordado cosas no agradables. Lo siento mucho …
Como tú dices, esta clase de cosas le puede ocurrir a cualquiera en cualquier lugar.
Muchas gracias por leer mi experiencia, muchas gracias por contame la tuya, muchas gracias por todo …
Un fuerte abrazo.